El Mundo y la Magia de las Relaciones

Los seres humanos nacemos en un estado más inmaduro que cualquier otro animal. Es por esto, que en esta etapa necesitamos de modo absoluto a nuestros padres/educadores que nos ayudarán a sobrevivir y madurar psicológicamente.

En estas etapas se irán formando nuestros primeros espacios afectivos. Una vez superada la etapa de la sobrevivencia física (como lo es la alimentación y el resguardo de nuestra integridad) se irá formando un nuevo lazo, ahora desde las emociones, con las personas que están en nuestro entorno en dichos períodos.

Los primeros atisbos de conciencia hacia las emociones, vendrán auspiciados por las experiencias que tendremos con estas relaciones primarias. Entonces entre los 3 a 5 años de edad, la necesidad de amar y ser amado (y el miedo a no lograrlo) estarán almacenadas de manera instintiva en el inconsciente humano, con un peso casi tan significativo como el de la sobrevivencia física.

Es por ello por lo que nuestros primeros entornos juegan un papel muy importante en las relaciones que formamos con nosotros mismos y por ende, con las relaciones que seremos capaces de formar, o no, en nuestra vida.

De la misma forma, en que una muestra de sangre ayuda a entender cómo están funcionando los órganos más importantes de nuestro cuerpo (al ser precursores de nutrientes y drenaje de desechos) la relación desde dónde podemos entender los procesos emocionales-afectivos a los que estamos condicionados, se evidencia observando las relaciones de pareja que vamos sosteniendo a lo largo de nuestra vida.

Son precisamente los procesos de duelo por la pérdida de una relación de pareja, los que permiten explorar de una manera más evidente las heridas como el abandono, traición, rechazo, injusticia o humillación vividos en nuestra infancia.

Independientemente de las condiciones, el acompañamiento correcto de estas emociones detonadas por tales eventos, lleva un destino común: LA RELACIÓN CONMIGO MISMO.

Es a partir de esta relación, que casi siempre resulta invisible a nuestra consciencia, que construimos las relaciones más importantes y significativas de nuestra vida: La pareja, los hijos, los hermanos, los amigos, socios y la relación que tenemos como lo que creamos: Empresa, sociedades, grupos y, en una visión más amplia EL MUNDO.

El camino a convertirnos en adultos emocionales, es conocer el origen desde donde nos relacionamos y tener la capacidad de observar nuestra propia emoción, a partir de esta consciencia enriquecer y disfrutar más de este ser RELACIONAL en el cual nos hemos convertido.